La Rambleta estrena Ingovernables

Ingovernables es un recorrido por los distintos espacios cotidianos que conforman una de las problemáticas más importantes generadas a partir de la crisis global de 2008. La propia caída del mercado inmobiliario dio pie a una nueva fase del capitalismo financiero, centrado una vez más en un derecho básico de las personas: la vivienda. Pero las normas han cambiado. Y con ello se ha expandido un fenómeno, que aunque ya existía, ahora se ha vuelto más voraz y agresivo: la destrucción del territorio. Y la transformación del mismo en base a su rendimiento económico: turistificación, gentrificación, expulsión de vecinos y vecinas de sus casas y barrios, y sacrificio de parajes naturales y rurales bajo la apisonadora del falso ídolo: el progreso. Es decir, la rentabilidad. El negocio.

A través de textos ácidos se crean situaciones hilarantes, que simplemente retuercen la muesca de cinismo que impera en el mercado. A través del movimiento y la danza política se representan los flujos de personas que pierden su medio de vida, su vivienda y su dignidad. La precarización narrada a través de los ojos de las que la sufren, y también a través de los ojos de quienes obtienen beneficios a su costa. A nuestra costa. Porque todo este sistema neoliberal es una gran comedia, en la que unos ríen, y otras aplaudimos desde el gallinero. Esta obra llega para decir: ¡ojo! Os tenemos calados. Sabemos quiénes sois, y cómo funcionáis. Y para poner serias dudas sobre la mesa. Cuestionarnos el porqué, y sabernos que somos muchas, que quizá en el fondo no estén tan seguros sobre sus torres de marfil. Sólo quizá. Para plantearnos que quizá, y solo quizá, aún tenemos las fuerzas para dar la pelea.

Envuelta en el ritmo trepidante de trompetas, sintetizadores y sonidos de excavadora, la música en directo taladra el espacio escénico. Siete intérpretes en escena defendiendo las palabras y los gestos que acompañan al movimiento (santo y seña de Atirohecho). Un homenaje a las que han luchado por defender el territorio, la huerta, el derecho a vivir en paz. Y a las que han perdido. A las que están por venir, y que ya llegan. Y en cuya esperanza de un mundo sin plan B, encontremos salidas a la devastación depredadora del capital.